En la vida todo tiene un porqué y un para que. Cuando tomamos la responsabilidad de nuestra propia vida y aprendemos a amarnos a nosotros mismos, nos aceptamos tal y como somos; somos conscientes que una de nuestras tareas a lo largo de toda nuestra vida, es aprender; la otra tarea es vivir felices, ser felices la mayor parte del tiempo.
A lo largo de estos dos procesos, participamos, damos, compartimos, recibimos, somos parte de algo, somos importantes para otros, pero sobre todo, somos importantes para nosotros mismo. Somos la persona más importante del mundo para nosotros mismos; el mejor día de nuestra vida, es hoy, porque lo que realmente tenemos es el presente.
Vivimos el presente y soñamos el futuro; vivimos del esfuerzo diario, de la diaria faena, en la diaria búsqueda de nuestros sueños, que de estar en el futuro, se van volviendo realidades del presente.
Cada uno de nosotros somos seres únicos e irrepetibles, por eso, las comparaciones son absurdas.
Si dejamos a un lado la indiferencia y cambiamos nuestra actitud, podemos hacerlo. Actuar como si todo suceso tuviera un propósito, así empezamos a ver que todo lo que pasa sucede por algo, para preparar algo mas, para darnos la oportunidad de aprender y hacer algo. Busquemos en los sucesos, en las circunstancias, que parte de ellas tiene efecto en nuestros principales propósitos en la vida, que son: aprender y ser felices.
Estos dos propósitos se logran a través de la experiencia. La vida es una gran experiencia, que está compuesta por miles y miles de pequeñas experiencias. Cuando descubrimos porque necesitamos una experiencia, la vivimos con pasión, aprendemos la lección y ya no tenemos que volver a pasar por ella. Ya no será necesaria en nuestra vida.
Una parte importante del aprendizaje, es darnos cuenta que nuestros subconsciente está conectado al conocimiento universal. Nuestra guía es esa voz interior, es nuestra intuición, es nuestro corazón, quien nos orienta en lo que necesitamos encontrar.
Para ello es necesario acallar el mitote que forman nuestras viejas creencias, es necesario silenciar la mente, que es la voz del ego, para empezar a encontrar el silencio interior, aquel que existe entre pensamiento y pensamiento, como explica el Dr. Miguel Ruiz en su libro “oraciones”.
Para llegar a este punto, necesitamos haber pasado por diversos cambios: cambios en nuestra actitud, cambios en nuestras creencias, cambios en nuestros conceptos.
Sin embargo, el camino más largo empieza por un paso. De igual manera, el camino del conocimiento de nosotros mismos, empieza por buscar, respuestas, ideas, cosas, maestros. Cuando empiezas a buscar tu conocimiento interno empezará a funcionar y poco a poco, el propósito de las cosas empezará a ser más claro.
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