viernes, 18 de febrero de 2011
MIDIENDO LA VIDA
Todos aprendimos el concepto del tiempo, como la sucesión de hechos, de cosas; lo entendemos como la percepción del movimiento de las cosas, porque si todo estuviera inmóvil, ¿Cómo podríamos medir el tiempo?
Necesitamos del movimiento de rotación de la tierra para medir los días; necesitamos de su movimiento de traslación alrededor del sol para medir los años – las estaciones se producen debido a la inclinación del eje polar-.
Y sin embargo, la percepción particular del tiempo que tenemos cada uno de nosotros es diferente dependiendo de las circunstancias en las que estamos. Por ejemplo, si estamos esperando a una persona importante para nosotros, percibimos el paso del tiempo de una manera; cuando estamos disfrutando de una actividad se nos pasa el tiempo volando; cuando alguien que esperamos se retrasa, a partir de la hora pactada, el tiempo parece que se arrastra de tan lento que pasa.
Sin embargo, el tiempo es el mismo para todos, aun cuando nuestra percepción sea diferente.
Nuestra percepción del tiempo también depende de nuestra edad. Es diferente en los extremos de la vida, que en la parte media. Para un niño pequeño, hablar de un año representa una gran cantidad de tiempo, porque si tiene tres años, representa una tercera parte de su vida. Para una persona que está en el ocaso de su vida, en la vejez, el tiempo se percibe diferente pero por otras razones: el reloj está en la cuenta regresiva. Si hablamos que algo va a pasar dentro de un año, parece tanto tiempo y a la vez tan poco; y siempre queda la pregunta, ¿será que dentro de un año todavía esté en este mundo o ya RIP? (como dice CC)
Nuestra percepción también cambia cuando la vida nos sacude y nos toca vivir experiencias difíciles. Cuando superamos una enfermedad grave, vemos las cosas diferentes; o si un familiar cercano se enferma, nuestras prioridades cambian, muchas cosas dejan de tener importancia y nos concentramos cuidar a esa persona que tanto queremos, para estar con ella y apoyarla.
Por otro lado, la forma de medir el tiempo puede ser diferente, según el lugar, el país, la cultura o incluso las creencias e ideas personales.
Porque la forma de medir algo, es simplemente un acuerdo que aceptamos todos, bajo un sistema de medición que en algún momento se estandariza y se convierte en oficial. En muchas partes del mundo usamos el sistema métrico decimal, pero también hay lugares en que se sigue utilizando el sistema ingles. Unos en metros, otros en yardas, pero todos medimos.
Hace tiempo tuve la oportunidad de ver en video, la obra musical llamada “Rent”.
En wikipedia dice: “Es una obra de teatro musical - compuesto por Jonathan Larson, que falleció a causa de un aneurisma aórtico la víspera al estreno de su obra. Ganó 4 Premios Tony y el Premio Pulitzer. Se estrenó en Nueva York el 29 de abril de 1996 en el Nederlander Theatre, donde continúa como el séptimo show con más representaciones en Broadway. Basado en la ópera "La Bohème" de Puccini, el musical se centra en un año en la vida de un grupo de jóvenes artistas y músicos tratando de sobrevivir en el Nueva York de principios de la década de los 90's, bajo la sombra del sida”
La canción con la que inicia la obra habla de los 525,600 minutos que tiene un año, ¿como mides un año de tu vida: ¿simplemente en días?, ¿en tazas de café o cigarrillos?, ¿en horas de trabajo?, ¿en puestas de sol?, ¿en momentos especiales?, ¿en pulgadas, en millas?, ¿en risas, en luchas?, ¿en ingresos?... y que tal si lo midiéramos con amor, es decir, a través los actos de amor que hacemos cada día, todos los días.
Recuerden que el amor en sí mismo, no se puede medir, porque es como una fuente inagotable, como un rio que fluye constantemente.
Si vamos un poquito más lejos, ni siquiera tendríamos que medir un año, bastaría con medir un día a la vez, el hoy, el presente, que finalmente, es el único tiempo que realmente tenemos.
Sería fantástico que cada persona se diera cuenta de que puede llenar su día, con actos de amor, de ternura, de amabilidad hacia los demás, de sonrisas, de detalles hacia las personas que aman.
Por ejemplo, tratar con amabilidad a las personas sin importar su rango, o su ropa, o su auto o su casa. Dedicar tiempo, con toda nuestra atención, a nuestros seres queridos; aportar algo desinteresadamente a las personas que necesitan ayuda; apoyar a alguien cercano cuando pasa por malos momentos.
Dar un pequeño regalo, de corazón, solo porque nos nace hacerlo, sin ningún compromiso. Tener esos pequeños detalles de atención y cariño con las personas que más queremos, solo por hacerles ver que pensamos en ellos y que son importantes para nosotros.
En la mañana leí un artículo de Luza Alvarado que se llama “El agradecimiento nos hace más fuertes”, muy bueno por cierto. Entendí que el agradecimiento también es un acto de amor, es como un regalo para quien ha hecho algo por nosotros, no importa si es su trabajo o lo hace por simple amabilidad, vale la pena decir “gracias”. Al final del artículo viene una frase excelente: "Si la única oración que rezaste en tu vida fue 'Gracias', con eso es suficiente", Meister Eckhart
Lo único que necesitas es estar dispuesto a cambiar, para hacer las cosas de manera consciente, con amor. Pero recuerda que el amor empieza por amarte a ti mismo, por aceptarte tal y como eres. Porque el amor nace de tu interior y solo puede crecer cuando aprendes a amarte a ti mismo.
Que tengas un gran día.
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