domingo, 14 de noviembre de 2010

NUESTRA RUTINA SIN RUTINA



Tomé el poema de la rutina y lo puse en prosa, para publicarlo en el diario del Itsmo, de Coatzacoalcos. Así quedo:

Esa rutina de todos los días, que pensándolo bien, no es de todos los días, si acaso, solo de lunes a viernes, porque sábado y domingo hay espacio para las sorpresas y las pequeñas locuras.

Despertar y verte dormir a mi lado tu sueño tranquilo. Con la seguridad de que estoy aquí a tu lado. Mientras sueñas o a veces sin soñar, pasan los minutos mirándote dormir, de una forma diferente cada vez, incluso hay días que pareces sonreír entre sueños.

Te despierto o me despiertas con un beso nuevo cada día. Hasta los días en que no estás tu beso me despierta, mi beso te despierta a ti, sin importar la distancia. Esto de la tecnología y los celulares es una maravilla. Hasta el mensaje de rutina se recibe de forma diferente: buen dia, te quiero, te extraño, besos, caritas, etc…

Unas veces si y otras no, en esa rutina desorganizada, nos bañamos juntos o no.
Cuando nos bañamos juntos, tú me tallas, yo te enjabono, o no. Porque a veces no bañamos juntos pero respetando cada quien el bañarse del otro.

A veces hablamos, nos reímos, hacemos los planes de rutina que quedan húmedos, jabonosos, pero al final relucientes, casi diría que rechinando de limpios.

Cuando nos vestimos la rutina nos sigue paso a paso. A veces nos vestimos despacio como si fuera domingo o día de fiesta. A veces apurados, con esa prisa
que también cambia cada mañana.

Tus sonrisas, tus gestos, los movimientos de tus manos, son nuevos a pesar de ser los mismos.

Seguimos con la rutina del desayuno que no es siempre igual, que se repite de una forma nueva, tan diferente a veces. Después de todo es otro jugo, otra fruta, otro café, otro pan, otros huevos, otra salsa, otro sabor si no en lo general, si en el detalle. Hasta el café sabe diferente.

Cuando estamos listos para salir, la rutina sigue. ¿Dónde deje mis llaves? ¿Dónde están las tuyas? Nos despedimos con los besos de rutina que también son nuevos, diferentes, aunque el amor es el mismo.

Ese amor que compartimos día a día, como siempre, lo compartimos mucho o poco o demasiado. Es un amor que cada día se siente diferente, que vivimos diferente.

Esta rutina es un fantasma. Y como todos los fantasmas, no existe. Pero igual, hay gente que habla de ella que inventa historias y juraría que la ha visto. Es nuestra actitud, nuestra forma de crear pensamientos, lo que origina que las cosas cotidianas parezcan una rutina sin serlo realmente.

Depende más de nuestro estado de ánimo o nuestra actitud.

Aunque nos parece una repetición de las mismas cosas, cuando nos detenemos a observar los detalles, nos damos cuenta de que en realidad tiene tantas cosas diferentes, que en realidad no es rutina.

Sin embargo, existe otra rutina, que es la repetición de las pequeñas cosas
con las que vivimos el día a día, que las hacemos sin pensar y que prácticamente ni las notamos, de tan comunes y perfectas.

Es una serie de pequeñas rutinas que trabajan para nosotros, sin necesidad de pensarse, en automático y en armonía con nuestra pequeñas necesidades. Y que es tan útil, tan indispensable, que nos da seguridad y confianza.

Que lo mismo sirve para bañarse, cepillarse los dientes, para peinarse o vestirse, para tomar el café de las mañanas.

Todas esas cosas que no necesitamos pensar, para las que nuestra maravillosa mente ha creado pequeños programitas que se repiten sin darnos cuenta.

Esa es la rutina que nos ayuda, que nos salva, la que facilita nuestra vida.

Forma parte de nuestros hábitos, de nuestra forma de vida.
Pero, cosa curiosa, de ésta nadie habla, nadie se queja, nadie se aburre.

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