martes, 30 de noviembre de 2010
MEJOR CALLAR, COMO EVITAR LOS CHISMES.
Una amiga que no quiere que sepan su nombre – le llamaremos “CC” por el momento – me mando una reflexión sobre los chismes, la que me pareció interesante para compartir con ustedes, por el impacto que llegan a tener estos comentarios, generalmente acerca de terceras personas.
Del blog “Rincón del riesgo”, tome el siguiente texto: “Como en la lógica difusa, el chisme tiene un rango de valores de verdad: En un extremo, es una verdad que se quiere hacer pública con la intención de prevenir, advertir, o simplemente informar; en el rango difuso, es una verdad a medias, de la que se extrae aquello que es de conveniencia para el sujeto o entidad que riega el chisme; y en el otro extremo, es una mentira cuya intención es hacer daño”.
El siguiente es el texto de CC, con algunos cambios – de forma, no de fondo -.
En el diccionario encontré la siguiente definición: “el chisme o murmuración, es una actividad humana que consiste en hablar de alguien - tan bien como mal, aunque generalmente de forma desfavorable - sin que la persona en cuestión esté presente.”
No es chisme cuando la persona está presente y se le dice lo que se piensa de frente, lo cual es preferible, pero muchas veces, la verdad duele o no nos gusta escucharla. Sin embargo, es preferible, más honesto y leal, la sinceridad que las murmuraciones.
¿Pero quién no lo ha hecho?, como dice la Biblia, “quién esté libre de pecado que tire la primera piedra”. En mayor o menor medida, TODOS en algún momento hemos hablado ya sea bien o mal de alguien y generalmente sin que ese alguien esté presente.
Es difícil decir si todos los chismes son malos o hay algunos buenos. La realidad es que se habla de alguien sin que ese alguien pueda aceptar o desmentir lo que se dice de él o de ella, por la simple razón de que se hace a sus espaldas.
El chisme a veces surge de una confusión, de un mal entendido, de tener solo información parcial y de que una persona se imaginó el resto. Cuántas veces hemos visto que un rumor, un chisme, una habladuría, han perjudicado relaciones, familias, hogares; a veces la información se distorsiona, se le agrega o se le quita, va cambiando de sentido y creciendo como bola de nieve, hasta se llega a convertir en algo doloso y aquel que lo inició… desaparece como por arte de magia.
Cuándo el chisme afecta a un tercero, no le damos importancia, ¿pero que pasa cuándo nos afecta directamente a nosotros o alguien muy cercano? Quisiéramos saber de dónde y de quién salió.
A propósito de esto, tengo un amigo que es algo comunicativo, habla de todos. Sin embargo de él, de su familia, cero….es una tumba. La pregunta es ¿porqué no retoma ese aprecio que le tiene a su familia y el respeto que tiene hacia su propia persona, para pensar antes de hablar mal de los demás?…. que distinto sería, ¿verdad?
Como dice la regla de oro, “No hagas a los demás, lo que no quieres que te hagan a ti mismo”. Con este simple principio, mejoraríamos mucho nuestra convivencia, al tener respeto por la vida y las decisiones de los demás.
Entonces, si no quieres que hablen mal de ti, no hagas eco a algún comentario mal intencionado que afecten y dañen a otras personas, respétalas, pero sobre todo respétate a ti mismo. Por ejemplo, si te dicen algo y sientes que te gana la costumbre de decirlo, mejor escríbelo en un papel y luego destrúyelo. Así, poco a poco irás descartando conscientemente el hábito de murmurar sobre otras personas e irás cambiando tu actitud, y podrás dedicar esa energía en disfrutar tu vida en lugar de tratar de entrometerte en las vidas ajenas.
Hasta aquí el texto de CC.
Muy en tono con esta reflexión, recibí una presentación que se llama “mejor callar” y quiero compartir el texto con ustedes, porque es un excelente complemento a la reflexión:
“Si lo que vas a decir puede herir a una persona… ¡Mejor Calla!
Si lo que va a salir de tu boca, es para maldecir… ¡Mejor Calla!
Si lo que estas por decir va a acabar con la honra de alguien… ¡Mejor Calla!
Si lo que vas a decir son rumores sin fundamentos… ¡Mejor Calla!
Si al hablar juzgas a tus semejantes… ¡Mejor Calla!
-Calumnias, mentiras, chismes… Si eso es lo que te mueve al hablar… ¡Ten cuidado! y recuerda que como juzgas... serás juzgado, y como tratas... Serás Tratado...
Piensa… En algún momento tú puedes ser el blanco de esas patrañas, y entonces… sabrás lo que es quemarse con el veneno que sale de una boca maliciosa.
Cuando hables, habla cosas que bendigan, no que maldigan, si no es así, ¡Ssssh! Olvídalos, ¡Mejor Calla!”
Para finalizar, debemos tener presente que uno de los cuatro acuerdos es “la impecabilidad de las palabras”. Aprender a ser impecable con las palabras, implica tener respeto por los demás, pero también por nosotros mismos. Siempre podemos elegir y depende de nosotros mismos, elegir entre lanzar el veneno emocional hacia otras personas o trabajar en sanar nuestras heridas emocionales para aprender a disfrutar la vida de forma diferente.
Recuerda, hoy es tu momento de poder, hoy puedes decidir cómo va a ser el resto de tu vida. Llena tu vida de amor, de respeto. ¿Qué es lo que quieres dar al mundo hoy? Das amor, y recibirás amor. Que tengas un gran día.
domingo, 14 de noviembre de 2010
NUESTRA RUTINA SIN RUTINA
Tomé el poema de la rutina y lo puse en prosa, para publicarlo en el diario del Itsmo, de Coatzacoalcos. Así quedo:
Esa rutina de todos los días, que pensándolo bien, no es de todos los días, si acaso, solo de lunes a viernes, porque sábado y domingo hay espacio para las sorpresas y las pequeñas locuras.
Despertar y verte dormir a mi lado tu sueño tranquilo. Con la seguridad de que estoy aquí a tu lado. Mientras sueñas o a veces sin soñar, pasan los minutos mirándote dormir, de una forma diferente cada vez, incluso hay días que pareces sonreír entre sueños.
Te despierto o me despiertas con un beso nuevo cada día. Hasta los días en que no estás tu beso me despierta, mi beso te despierta a ti, sin importar la distancia. Esto de la tecnología y los celulares es una maravilla. Hasta el mensaje de rutina se recibe de forma diferente: buen dia, te quiero, te extraño, besos, caritas, etc…
Unas veces si y otras no, en esa rutina desorganizada, nos bañamos juntos o no.
Cuando nos bañamos juntos, tú me tallas, yo te enjabono, o no. Porque a veces no bañamos juntos pero respetando cada quien el bañarse del otro.
A veces hablamos, nos reímos, hacemos los planes de rutina que quedan húmedos, jabonosos, pero al final relucientes, casi diría que rechinando de limpios.
Cuando nos vestimos la rutina nos sigue paso a paso. A veces nos vestimos despacio como si fuera domingo o día de fiesta. A veces apurados, con esa prisa
que también cambia cada mañana.
Tus sonrisas, tus gestos, los movimientos de tus manos, son nuevos a pesar de ser los mismos.
Seguimos con la rutina del desayuno que no es siempre igual, que se repite de una forma nueva, tan diferente a veces. Después de todo es otro jugo, otra fruta, otro café, otro pan, otros huevos, otra salsa, otro sabor si no en lo general, si en el detalle. Hasta el café sabe diferente.
Cuando estamos listos para salir, la rutina sigue. ¿Dónde deje mis llaves? ¿Dónde están las tuyas? Nos despedimos con los besos de rutina que también son nuevos, diferentes, aunque el amor es el mismo.
Ese amor que compartimos día a día, como siempre, lo compartimos mucho o poco o demasiado. Es un amor que cada día se siente diferente, que vivimos diferente.
Esta rutina es un fantasma. Y como todos los fantasmas, no existe. Pero igual, hay gente que habla de ella que inventa historias y juraría que la ha visto. Es nuestra actitud, nuestra forma de crear pensamientos, lo que origina que las cosas cotidianas parezcan una rutina sin serlo realmente.
Depende más de nuestro estado de ánimo o nuestra actitud.
Aunque nos parece una repetición de las mismas cosas, cuando nos detenemos a observar los detalles, nos damos cuenta de que en realidad tiene tantas cosas diferentes, que en realidad no es rutina.
Sin embargo, existe otra rutina, que es la repetición de las pequeñas cosas
con las que vivimos el día a día, que las hacemos sin pensar y que prácticamente ni las notamos, de tan comunes y perfectas.
Es una serie de pequeñas rutinas que trabajan para nosotros, sin necesidad de pensarse, en automático y en armonía con nuestra pequeñas necesidades. Y que es tan útil, tan indispensable, que nos da seguridad y confianza.
Que lo mismo sirve para bañarse, cepillarse los dientes, para peinarse o vestirse, para tomar el café de las mañanas.
Todas esas cosas que no necesitamos pensar, para las que nuestra maravillosa mente ha creado pequeños programitas que se repiten sin darnos cuenta.
Esa es la rutina que nos ayuda, que nos salva, la que facilita nuestra vida.
Forma parte de nuestros hábitos, de nuestra forma de vida.
Pero, cosa curiosa, de ésta nadie habla, nadie se queja, nadie se aburre.
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