lunes, 20 de abril de 2009

La alegría esta en hacer lo que te gusta.


"La alegría está en hacer lo que te gusta, y en extenderlo porque así lo decides, no porque tengas que hacerlo. Lo que hagas para ganarte la vida es un vehículo para relacionarte con la gente."

Del libro "Sea feliz ya", de Andrew Matthews

Desechemos la idea de que trabajar es un castigo.

Trabajar nos permite desarrollarnos como personas, relacionarnos con otras personas, tener una función útil y obtener los recursos para cubrir nuestras necesidades.

No importa que trabajo estemos haciendo, si lo hacemos con gusto, lo haremos bien y más rápido; esto nos abrirá el camino hacia un mejor trabajo, a obtener un mejor ingreso, es parte del aprendizaje, es nuestra forma de ser parte importante de un proceso y de ser útiles.

Más importante que hacer lo que te gusta, es hacer con gusto todo lo que de cualquier manera tienes que hacer.

Mucha gente tiene una idea guardada en su cabecita como algo bueno e ideal: quedarse en su casa sin tener que hacer nada.

Imagínate que existiera una sociedad secreta con muchos recursos, que te diera una vivienda sencilla, pequeña, que no te costara nada; que pagara los gastos más indispensables como la luz, el gas, el agua; que te llevaran lo mínimo necesario para que comieras tres veces al día – aunque siempre fuera lo mismo –. ¡Te imaginas!

Entonces no tendrías necesidad de salir ni de tratar con nadie, o sea, no tendrías ninguna de esas “obligaciones”, ni tendrías ninguno de esos “problemas”, todo estaría ya resuelto.

No tendrías que estudiar, ni tendrías que trabajar, ni tendrías que cumplir con reglas sociales de convivencia ni nada por el estilo.

En primera instancia y sin pensarlo mucho, parecería genial.

Yo creo que podrían ocurrir dos cosas:

La primera es que te conformarías, te tirarías a no hacer nada, a no pensar en nada. Poco a poco te convertirías en un ser sin ambiciones, sin esperanzas, sin expectativas, sin sueños, sin emociones, inútil para el resto de la sociedad y para cualquier otra persona. La vida pasaría sin sentido y morirías en soledad, sin dejar ningún legado a nadie. Te abrías convertido en una especie de parásito.

La segunda, es que a las pocas semanas te darías cuenta de que eso no es lo que quieres en realidad. Tienes un espíritu, un alma que encarno en este mundo para aprender, para ser feliz, para disfrutar de la vida; tu esencia de ser humano, te reclama, participar, ser productivo, sentirte útil, ser parte de de la vida de otros, convivir con otros, salir y hacer el mejor trabajo, sentir la satisfacción de haberlo hecho bien, saber que mereces el dinero que ganaste, que puedes elegir en que lo usas, que puedes crecer como persona y disfrutar de la vida junto con otras personas.

Somos seres gregarios, vivimos en grupos y tenemos valores esenciales como el
respeto, el amor, la solidaridad, la honestidad. Somos parte de algo, participamos, somos útiles y aportamos.

Eso es lo maravilloso de estar vivo, que cada nuevo día es una nueva oportunidad.

Tenemos todas las herramientas necesarias para hacer un gran trabajo con nuestras vidas.

¡Tomemos el reto con valor y responsabilidad! ¡Estamos vivos y podemos hacerlo!

sábado, 18 de abril de 2009

¿Como construir una buena relación de pareja?


El principio puede ser semejante a la forma en que construimos una mansión o un gran edificio.

Definir que queremos y como lo queremos. Esto incluye las características de esa persona que quieres como pareja, considerando que vas a pasar con ella una parte muy importante de tu vida.

Primero tendríamos que hacer el diseño de los planos, con sus especificaciones.

Estructurar cuales serían las bases, los principios de la relación; lo que tú quieres y lo que yo quiero, especificando hasta el nivel de detalle que sea necesario. Lo importante es tener claro lo que vamos a construir.

Para esto es necesario hacer un ejercicio de transparencia, de honestidad, de confianza.

Si resulta que lo que yo quiero es construir en una sola planta y tú quieres una construcción de cuatro pisos, tendremos que llegar a un acuerdo, que represente lo mejor posible lo que los dos queremos sin que signifique un sacrificio para ninguno de los dos.

Que me preguntes lo que quieres saber de mí y yo te pregunte lo que quiero saber de ti. Que me digas lo que tú crees que yo debo saber de ti y decirte lo que yo creo que tu debes saber de mi.

Escribir como queremos que sea esta relación y llegar a un acuerdo para construir los cimientos sobre piso firme.

Lo peor que puede pasar es darnos cuenta de que a pesar del amor y las buenas intenciones, en realidad estamos buscando cosas distintas. Entonces sería importante reconsiderar: ¿tenemos claro lo que queremos realmente?, ¿la propuesta de la otra persona es buena para nosotros?, ¿estaríamos de acuerdo, sin sentir que hacemos un sacrificio demasiado grande de lo que queremos?

Si consideramos que una relación de pareja es para compartir esta parte de nuestra vida, para disfrutarla, para aprender y crecer como personas, para avanzar en nuestros proyectos de vida, darnos cuenta de que nuestros objetivos son diferentes y que estamos preparando un calvario de sufrimientos, discusiones y dolor, ¿para que nos aferramos?.

Recuerda, estamos en este mundo para ser felices y aprender. Siempre podemos disfrutar del trayecto, mientras avanzamos a lograr nuestra metas.

¿O prefieres echar un volado?
Quiza estás construyendo una choza en lugar de la residencia de tus sueños.




lunes, 13 de abril de 2009

Si te digo te amo.


Si te digo "te amo", significa que estoy compartiendo mi amor contigo, ese amor que empieza en mi interior, que me llena tanto que no tengo la necesidad de recibir amor, pero si de saberme amado (saber que tu compartas tu amor conmigo).

Si tienes un helado y me lo das, entonces te quedas sin nada y esperas que yo te de un helado igual al tuyo o mucho mejor, para sentirte bien. Si yo te doy un helado pero no te parece justo, te sientes mal. Si no te doy el helado que tú esperas, sufres y en tu alma queda el escosor de que te falta algo. Ese sentimiento se va repitiendo, se va acumulando y finalmente se convierte en resentimiento.

Piensa que en lugar del helado estamos hablando de amor y entonces tienes lo que hemos creído durante muchos tiempo que es el acto de amar, un dar y recibir amor que nunca nos parece justo. ¿Recuerdas los intercambios de regalos que se organizan en navidad, donde algunos se lucen y otros apenas y cumplen lo mínimo?

En cambio si tú tienes tu helado y lo quieres compartir conmigo, ni te quedas con las manos vacías ni esperas que forzosamente yo te comparta de mi helado. Lo compartes sin condiciones. El complemento perfecto es cuando yo comparto mi helado contigo. Si hay diferencias en los helados, no es tan importante, se puede arreglar.

En una sana relación de pareja, se trata de compartir, de querer compartir eso que tenemos en el corazón y que empieza por amarnos y aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos. Entonces tu me compartes todos los días un poco de tu helado y yo te comparto todos los días un poco del mío, sin condiciones y sin falsas expectativas.

¿Por qué no se acaba el helado?, por que tu corazón es una cocina mágica (como dice el Dr. Miguel Ruiz en su libro "La maestría del amor"), que es capaz de producir todo el helado que necesitas, toda la cantidad y tipos de comida que tu quieras para ti y que quieras compartir con las personas que quieres.

Pero si no te amas a ti misma, entonces no hay amor en tu corazón, solo una gran lista de necesidades, un vacío inmenso que difícilmente alguien podrá llenar siempre. De ahí viene esa necesidad de estar recibiendo amor, aunque nos cueste la libertad, la individualidad, la dignidad, el respeto a nosotros mismos; aunque recibamos amor solo en palabras, o vivamos del rancio recuerdo del amor que nos juramos de novios o al inicio de la relación de pareja.

Puedes decir que quieres ser amada, que te hace falta encontrar alguien que te de amor o que al menos te diga que te ama – aunque los hechos y los actos lo desmientan descaradamente -, que te sientes sola, incompleta, que no puedes ser feliz sin ese príncipe azul o que sin el no eres nada, pero eso no es amor, es solo el reflejo de un concepto equivocado, de la idea de que tienes que dar amor para recibir amor.

Para poder compartir el amor con alguien, primero necesitas tener ese amor en tu corazón, darte cuenta de que está ahí, descubrirlo y valorarlo como el inmenso tesoro que es, ese amor es solamente tuyo y tu decides lo que haces con el.

Cuando te amas a ti misma y te aceptas tal como eres, el amor empieza a crecer en tu interior, hasta que te llenas de amor y sigue creciendo hasta que se convierte en un amor inmenso (sin medida).

En todo lo caso, lo que va creciendo o se va perdiendo con el paso del tiempo, es la relación. El amor verdadero no dura tres meses, lo que dura tres meses es la ilusión del enamoramiento, que al desvanecerse te quita la venda de los ojos y empiezas a ver la realidad que te negabas a ver con el pretexto de que estabas enamorada.

Recuerda, el amor siempre es verdadero. No se puede medir en kilos, en metros, en metros cuadrados, en litros, en kilómetros, ni siquiera en años luz. Simplemente no se puede medir, tu corazón es una fuente inagotable de amor.

El amor se comparte en las acciones de todos los días, en las emociones que compartimos, en las actitudes, en las atenciones, en los detalles.

¿En que momento dejamos de notar esas pequeñas cosas que hace nuestra pareja por nosotros, para nosotros? ¿En que momento dejamos de valorarlos? ¿Por qué no nos damos permiso de verlos, de reconocerlos, de tenerlos presentes cada día?

De igual forma, nosotros hacemos cosas, grandes, medianas o pequeñas; tenemos detalles, atenciones. ¿En que momento dejo nuestra pareja de darse cuenta de ellos?

Pero si ya no lo hacemos, ¿En que momento dejamos de tener cuidados, consideración, respeto, admiración por la otra persona?

¿Será que nos perdemos en la relación física porque no entendemos el amor? ¿Nos perdemos y creemos que son solo las sensaciones, la dependencia, el sentido de propiedad, el creer que tenemos derechos y poder sobre la otra persona y que con eso basta? ¿Por qué empezamos a creer que ya no es necesario hacer nada? ¿Por qué ya está aquí? ¿Por qué sentimos que tiene también la misma dependencia, la misma necesidad, que es también una media persona que no puede funcionar sin mí? ¿Por las promesas? ¿Por los juramentos de amor eterno? ¿por los siempre y los nunca que se dicen sin conciencia real de lo que estas ofreciendo, sin saber si lo vas a poder cumplir?

En todo caso, también guardamos el miedo a perder a esa persona y viene el tirano de los celos, de la inseguridad, de la desconfianza.

Empieza el chantaje, el control, el espionaje, la incertidumbre. Eso no es amor.

Si tenemos tantas confusiones sobre el amor, ¿No será que tenemos los conceptos equivocados? ¿Qué aún no sabemos lo que es el amor? ¿Qué solamente queremos creer en los “te amo” y los “te quiero” del otro, pero no sentimos más que la necesidad de sabernos amados por otro, de sabernos necesitados por otros?

Yo creo que si cambiamos el concepto, cambiamos nuestra forma de pensar y por consecuencia, cambiamos nuestra forma de vivir.Empecemos por amarnos a nosotros mismos, por hacer que ese amor que siempre ha estado en nuestro corazón, germine, crezca, se vuelva inmenso – sin medida-. Tendremos tanto amor, que lo podemos compartir con la persona que nosotros queramos.