La gente feliz no solo
acepta el cambio, ¡lo aprovecha! Son las personas que dicen: ¿Por qué habría de
querer que mis próximos cinco años fueran como los últimos cinco?
(Del libro: Sea feliz ya, de Andrew Mathews)
Cuando alguien nos habla de hacer
cambios en nuestra vida, nuestro inconsciente se resiste por miedo.
Generalmente
creemos que tenemos el control de todo lo que pasa en nuestra vida, tenemos
cierta seguridad en que las cosas van a permanecer igual por mucho tiempo.
Tenemos establecidas rutinas y hábitos, cuyos resultados o consecuencias son
conocidas, lo que nos da una agradable sensación de seguridad.
Sin embargo, la vida es un largo camino
lleno de cambios, nada que esté vivo permanece igual. De manera constante,
cambiamos: crecemos, aprendemos nuevas cosas, conocemos gente diferente,
emprendemos nuevos proyectos, hacemos cosas nuevas.
El cambio es una parte inherente de
estar vivo, es crecer, desarrollarse, moverse, aprender.
La diferencia está en la actitud que
tenemos ante esa serie de cambios. Muchas veces nos entusiasman, otras nos
sentimos temerosos al principio, pero luego nos adaptamos y seguimos adelante. Lo
más difícil es cuando tenemos miedo, nos resistimos, lo sufrimos, tratamos de
evitarlo.
Si entendemos que el miedo es nuestro
sistema de seguridad, que nos ayuda a mantenernos vivos, a evitar peligros y correr
riesgos innecesarios, podemos diferenciar las situaciones en las que podemos
estar en peligro y aquellas en las que el miedo solo es reflejo de sentirnos
inseguros.
Recuerda que la felicidad no es una
circunstancia ideal en tu vida, es la actitud que tienes ante la vida. Si quieres que las
cosas sean diferentes, tienes que tomar el riesgo de cambiar tu forma de pensar
y crear pensamientos. Si cambias tu actitud, cambias tu vida.