miércoles, 21 de septiembre de 2011

LA VIDA ES IMPREDECIBLE, LA VIDA ES SOLO PRESENTE.




Leí un artículo de Isha sobre “celebrar la vida de los que hemos perdido” y recientemente me ha tocado estar cerca de personas que han perdido a sus seres queridos.


Si lo pensamos un poco, todas las personas que conocemos se van a ir en algún momento. Antes o después que nosotros, pero todos tenemos una fecha para partir de este mundo… ¿Cuándo le toca a cada quien?, no lo sabemos, por eso es importante vivir el presente, decirle ahora a cada persona lo mucho que la amamos, lo importante que son en nuestra vida.


Quizá lo sentimos como una pérdida, porque nos hemos acostumbrado a que estén ahí y de alguna forma, pensamos que siempre van a estar con nosotros, pero la realidad es que no es así.
La vida es impredecible, ayer platicamos con una persona y hoy nos dicen que ya no está. Un accidente cambia todo en cuestión de instantes. No sabemos qué circunstancias nos tocarán, ni siquiera el mismo día que estamos viviendo.


Darse cuenta de que solo vives el presente, te cambia la forma de ver y valorar las cosas. Todo lo que quedó en el pasado ya quedó atrás y nadie puede regresar; si encuentras una persona o un objeto que fue importante para ti en algún momento de tu vida, es una nueva experiencia, puede ser mejor o peor que la primera, pero siempre es nueva, diferente, nada vuelve a ser igual, porque incluso nosotros no somos los mismos.


El otro concepto es el de Celebrar. ¿Que tendríamos que celebrar cuando la pérdida es tan dolorosa?, ¿Cuándo además de perder a un ser amado, ahora tenemos que asumir responsabilidades que antes no teníamos? Y sin embargo, una vez que se logra aceptar la pérdida – porque así como Dios nos da, Dios nos quita – lo mejor es seguir adelante con nuestra vida. Por algo seguimos aquí y en algún momento, llegará nuestra hora de partir.

Una amiga me contó la siguiente historia.


Después de mucho tiempo que paso sin ver a una de sus amigas, supo que acababa de quedar viuda. Sintió la necesidad de acompañarla en ese trance difícil y fue a visitarla. Para su sorpresa, la encontró tranquila, muy bien vestida y bien arreglada. Le dio el pésame y no pudo evitar comentarle que esperaba encontrarle deprimida y en medio de un mar de lágrimas.


La respuesta es hermosa. Recién acababa de perder a su compañero de vida y sin embargo no había tristeza en su corazón. Le contó como lo conoció, como se hicieron novios y se casaron; también, como en todos esos años, habían logrado tener una relación sólida, de confianza y amor, de respeto y consideración el uno para el otro.


Por eso, en lugar de llorar por la pérdida, ella creía que tenía que agradecer a Dios, tenía que celebrar por todos esos años que pudieron pasar juntos y que vivieron bien, siendo amigos, esposos, amantes, compañeros de vida.


La historia me encantó. Celebremos lo bueno, la alegría, el amor, el respeto y la compañía de esas personas que fueron importantes en nuestra vida, que nos dejaron tantas cosas, con las que compartimos tantos buenos momentos.


No podemos dejar de sentir la pérdida y tenemos que pasar todo el proceso de duelo. Pero también es importante reconocer y valorar las cosas buenas que esas personas dejaron en nuestra vida.


Rescato unas frases del artículo de Isha, que dicen:


“Esto nos recuerda la imprevisibilidad de la vida, cómo nos sorprende diariamente de alguna manera y cómo algunas veces la sorpresa se convierte en shock con la muerte de un ser amado, una enfermedad repentina o una tragedia que nos mueve a todos.”


“Incluso cuando nos sentimos perdidos, confundidos, desorientados o desolados, todos podemos traer nuestra atención a nuestros corazones. Siéntelo latir, siente su tibieza, en su interior puedes descubrir amor-conciencia. Es inagotable, ilimitado.”


Creo que asociamos la pérdida con el miedo al cambio que esta representa en nuestra vida, con las cosas que dejamos pendientes por decirle a esa persona o las cosas que dejamos de hacer por ella. También nos abruma asumir la responsabilidad, cuando esa persona se hacía cargo de tantas cosas, que ahora tendremos que realizar nosotros mismos.


Esto lo escuche de una persona muy querida: Cuando alguien se nos va, lo mejor que podemos hacer es entregárselo a Dios, dejarlo en sus manos, aceptar lo irremediable, dejarlos partir.
Eso nos ayuda a aceptar la pérdida y nos hace conscientes de que tenemos que seguir adelante con nuestra vida. Si seguimos aquí, es porque tenemos todavía tareas pendientes.


Recuerda: no somos seres humanos buscando experiencias espirituales, somos seres espirituales viviendo la experiencia humana. Cuando terminamos nuestro aprendizaje en este mundo, dejamos todo lo material – el cuerpo, el cerebro, las pertenencias – y solo nos llevamos las experiencias, sobre todo aquellas que nos hicieron más fuertes, más amorosos, más sabios.

Que tengas un gran día.