viernes, 22 de octubre de 2010

PARA ESTAR JUNTOS


Si nuestra relación se inició con muchas suposiciones, con muchas creencias de lo que tenía que ser, con muchas expectativas – muchas veces imaginarias, sin un fundamento real – seguramente esas expectativas no se han cumplido, en algunos casos de manera parcial, en otros de manera total.

Sin embargo, la realidad es que en este momento, en este presente que es el único tiempo que realmente tenemos, estamos juntos y podemos replantear como queremos que sea nuestra relación. La forma en que nos gustaría que fuera esa parte de nuestra vida en la que convivimos en pareja, independientemente de las actividades que hace cada uno por separado.

En este punto, la forma de decir las cosas es muy importante. Podemos decir lo mismo, de diferente manera; como dicen, en la forma de pedir está el dar.

Podemos evitar los reproches. Los reproches descalifican al otro y si generalizamos usando palabras como “nunca” o “siempre”, descalificamos incluso las ocasiones en que si ha tenido la consideración, el respeto, la comunicación, la solidaridad, la empatía, el amor, todo eso que esperamos de la persona que elegimos como pareja. Esta forma de descalificar, pone a la otra persona a la defensiva y es común que se generen resentimientos.

Podemos evitar ponernos histéricos e históricos. Planteamos lo que queremos de una forma positiva, con una actitud relajada, más que un esfuerzo o sacrificio del otro, lo que buscamos es una forma de mejorar la relación. En la parte histórica, necesitamos tener claro que lo pasado ya no se puede cambiar; el cambio es a partir de este momento y en adelante.

Podemos elegir las cosas que son más importantes para nosotros. Digamos que el 20% de las situaciones, genera el 80% de los desacuerdos. Si resolvemos este 20% de las situaciones, podemos eliminar el 80% de los desacuerdos, de las discusiones, de las peleas y por lo tanto, el resentimiento deja de acumularse y es más fácil hacer recuperar la relación.

Mi propuesta, a manera de ejemplo, de cómo podría ser una relación de pareja en donde los dos participamos de manera positiva, con el objetivo de disfrutar ese tiempo que pasamos juntos. Recordemos que antes del sexo y después del sexo, sigue existiendo una relación de dos personas que están buscando la mejor manera de convivir juntos, dos personas que siguen siendo individuos, entes emocionales, personas únicas, diferentes al resto de la humanidad.

El ejemplo: Estamos juntos, pero seguimos siendo personas individuales, independientes. Tú tienes siempre la libertad de hacer lo que tú quieres hacer o de ir a donde tu deseas ir.

El amor es una cuestión de querer y estamos juntos porque tu quieres estar conmigo y yo quiero estar contigo.

Poco a poco estamos haciendo los espacios para estar juntos, para compartir momentos y cosas, para estar solos. Podemos ir a pasear o quedarnos a ver una película, tomar un helado y caminar juntos en algún parque o en alguna avenida.

Aprendemos a tocarnos poco a poco, a reconocernos con las yemas de los dedos, con los ojos cerrados unas veces y con los ojos abiertos otras. Nos damos el tiempo para conocer cada detalle uno del otro, hasta sabernos de memoria.

De esta forma aprendemos la respuesta a cada pequeña caricia y armamos una sinfonía de sensaciones.

Buscamos atardeceres hermosos, nos recostamos para descifrar las figuras que forman las nueves en el cielo y en la noche, miramos con ojos de niño las miríadas de estrellas que cuelgan de la oscuridad en las noches despejadas.

Tomamos café por las mañanas y lo endulzamos con besos. Vamos al cine aunque no veamos la película completa.

Si algún día estas triste, yo estaré contigo para abrazarte o te daré el espacio y el tiempo que tu necesites para estar sola, pero siempre estaré al alcance de tu llamada.

Te contaré chistes o nos reiremos de tonterías. Nos regalaremos sonrisas y miradas llenas de amorosas complicidades.

Escribiremos sobre nuestra experiencia, sobre nuestro aprendizaje, de cómo ser una pareja con amor, con respeto a la individualidad y a la libertad de cada uno.

Tú me regalarás algo útil y yo te regalaré algo hermoso, envuelto para regalo, con una linda tarjeta que dirá cuanto te amo.

Dedicaremos tiempo para escuchar música, para cantarnos las canciones que más nos gustan, sin importar si entonamos o si desafinamos, solo importa que nos queremos.

Dedicaremos tiempo para aprender a bailar y bailaremos abrazados, en medio de una multitud o en la privacidad más completa.

En los viajes largos nos turnaremos para manejar.

Nos haremos compañía y podremos estar hablando sin parar durante horas o quedarnos en silencio, en ese silencio compartido que no necesita de palabras.

Hasta aquí el ejemplo. Ahora, piensa un poco: ¿Qué te gustaría tener en tu relación de pareja?.

Podemos ir logrando cambios y acuerdos uno por uno. No es fácil, pero es posible.

Que tengas un gran día.

sábado, 9 de octubre de 2010

Reflexiones sobre la naturaleza de la confianza

La confianza es la creencia de que las personas o grupos de personas con las que tratamos, van a actuar de cierta manera, generalmente en forma positiva, conforme a nuestras expectativas.

La confianza se gana o se pierde, a partir de las experiencias que confirman nuestras expectativas, o cuando esas expectativas no se cumplen o se cumplen de manera parcial.

Generalmente se trata de comportamientos esperados en el futuro, que puede darse en la siguiente hora o en los siguientes años. Las expectativas que creamos tienen que ver con nuestras creencias – lo que aprendimos de cómo deben ser las cosas - , así como con las experiencias previas. Las buenas experiencias refuerzan la confianza, las malas la destruyen y generan desconfianza. Esa desconfianza se alimenta de la inseguridad y del miedo que nos generaron las malas experiencias.

A lo largo de nuestras vidas, aprendemos que podemos confiar en nuestra familia, en nuestros amigos – en ambos casos suele haber excepciones. También aprendimos a no confiar en los extraños y a tener miedo de esas personas.

Confiar, es decir, tener confianza nos da seguridad, certidumbre, tranquilidad.

Cuando nuestras expectativas no se cumplen y la gente no se comporta o no hace lo que esperamos, nos sentimos lastimados. La incertidumbre sobre el comportamiento futuro de esas personas genera miedo, inseguridad y por lo tanto desconfianza.

Cuando éramos bebes, la seguridad y confianza estuvo ligada a las personas que nos criaron o nos cuidaron. Son nuestras primeras experiencias las que forman nuestro concepto de confianza. Luego, nuestros hermanos, primos o amigos con los que jugamos la refuerzan o debilitan, según sean las experiencias que tenemos con ellos. Aprendemos a valorar el comportamiento de las personas y a confiar en ellos.

Cuando crecemos e interactuamos con otras personas, como en la escuela, la confianza o desconfianza, tiene como soporte, el cumplimiento de las normas o reglas, que incluyen la expectativa de unos comportamientos éticos de las personas, tanto niños como adultos. La confianza está ligada a valores tan importantes como el respecto y la honestidad.

Los elementos que dañan la confianza son la mentira, el engaño, la simulación, la hipocresía, entre otras. Su principal característica es la falta de honestidad en el comportamiento de las personas.

Cuando identificamos esas características, sabemos que no podemos confiar en esas personas y que no sabemos lo que podemos esperar de su comportamiento.

Esto genera miedo e inseguridad y tratamos de protegernos para no ser lastimados, decepcionados, engañados o defraudados.

En el libro “Conversaciones con Dios”, Neale Donald explica que nuestros actos pueden generarse a partir de dos fuerzas contrarias y excluyentes entres si: el miedo y el amor.

El miedo que genera la desconfianza, nos hace estar tensos, alertas, en prevención de los comportamientos que nos pueden hacer daño; si la desconfianza es sobre personas específicas, tratamos de protegernos de los actos de estas personas; pero si el miedo es general, nos tratamos de proteger de todo mundo y vivimos con un alto nivel de estrés.

Cuando el miedo es muy grande, puede generar reacciones tan fuertes como la violencia verbal o la agresión física.

Otro comportamiento generado por el miedo es el aislamiento, tratamos de protegernos, de estar cubiertos, de meternos en una concha o caparazón para que nadie nos lastime.

La otra fuerza que nos mueve es el amor. El amor genera confianza y seguridad; pero la confianza no puede ser general o totalmente ciega; el amor nos da la oportunidad de confiar en las personas que amamos y de valorar el comportamiento de las demás personas, para determinar si podemos o no confiar en ellos.

Una de las enseñanzas más hermosas de este libro es la siguiente. Neal explica que cuando tomamos decisiones, lo podemos hacer desde el miedo o desde el amor. La pregunta vital es ¿en este caso, que haría el amor?

El amor basado en la confianza, o la confianza basada en el amor.

Recordemos que el amor nace de nuestro interior y para hacerlo crecer y poder compartirlo con otros, es indispensable resolver el conflicto con nuestro yo interno, el conflicto con nosotros mismos.

Con amor, muchos de nuestros miedos aprendidos van desapareciendo. El amor, no solo reflejado en nuestras palabras, sino plasmado en nuestras verdaderas intenciones y en nuestros actos.

Por eso, aprender a amarnos a nosotros mismo, aceptarnos a nosotros mismos, para darnos cuenta de que somos la persona más importante del mundo para nosotros mismos y así debemos tratarnos. Darnos cuenta de que en este momento, en el presente somos lo mejor que podemos ser y que a partir de hoy, podemos cambiar y mejorar lo que nosotros decidamos.

Cuando nuestros miedos son muy grandes, cualquier expectativa que no se cumple, genera desconfianza y refuerza el miedo. Los miedos se convierten en enormes cadenas mentales que te detienen, te amarran y no te permiten avanzar hacia donde quieres.

En muchos casos, cuando las heridas emocionales son muy profundas y el miedo está muy arraigado en nuestro interior, podemos buscar ayuda externa. Tomar una terapia o participar en grupos de autoayuda, puede ser una herramienta importante para dejar atrás las malas experiencias.

Con el tiempo y el amor, aprendemos a reconocer, a diferenciar a las personas en las que podemos confiar y en las que no podemos confiar.